
- Las palmas de las manos hacia arriba: las manos abiertas son signo de pedir, de suplicar, de reconocer nuestra propia pobreza, de esperar, de acoger los dones de Dios. Los cristianos nos acercamos a comulgar con la mano extendida y abierta para recibir el Pan de la Vida.
Las manos abiertas son lo contrario del puño violento o de las manos cerradas por el egoísmo.
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