La ardilla y el caballo

 Mirando estaba una ardilla a un generoso alazán que, dócil a espuela y rienda, se adiestraba en galopar. Viéndole hacer movimientos tan veloces y a compás, de aquesta suerte le dijo con muy poca cortedad:

– Señor mío: de ese brío, ligereza y destreza, no me espanto, que otro tanto suelo hacer y acaso más. Yo soy viva, soy activa: me meneo, me paseo; yo trabajo, subo y bajo, no me estoy quieta jamás.

El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal en los términos siguientes respuesta a la ardilla da:

– Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas, quiero, amiga, que me diga:       ¿ son de alguna utilidad? Yo me afano, mas no en vano sé mi oficio; y en servicio de mi dueño tengo empeño de lucir mi habilidad.

————————————————————————(Tomás de Iriarte)

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