Tomás Moro fue Gran Canciller de Inglaterra, pero por su firme rectitud y por su fuerte carácter, fue una de las víctimas de Enrique VIII.
Habiendo experimentado muchos obstáculos en la vida, fue capaz de escribir el “Padre Nuestro del humorismo”, que suena así:
“ Señor, dame una buena digestión y, naturalmente, algo para digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los lamentos, los suspiros, y haz que no me irrite con esa cosa tan molesta que es “mi yo”. Amén”.
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