Nunca supe por qué en la Nochebuena dejábamos siempre en casa una silla vacía durante la cena, hasta que mi padre me lo contó. Dice una historia de estas tierras, que Jesús llegaría a quedarse en la casa más pobre, si encuentra que en la mesa han reservado un lugar para Él. La contraseña es una silla vacía.
Por eso, durante la cena de Nochebuena, el niño más pequeño de la casa, se levanta una y otra vez de la mesa y mira por la ventana a ver si viene Jesús, disfrazado de algún pobre.
Los de aquel lugar cuentan y cuentan que siempre, en todas las Navidades, en la casa más pobre, acude Jesús y le encanta el ir disfrazado. Es bueno que, cuando llegue, estén todos convencidos de que es Él y que viene a compartir nuestra mesa humilde. Cuando entre, que no encuentre resistencia. Que la acogida sea siempre cordial y serena.
¡ Qué bueno que viniste! Es necesario que se descubra que, cuanto más pobre es la casa y la cena, más feliz se encuentra el visitante. Mientras cae la noche fuera, es muy hermoso estar siempre preparado, pues siempre viene el Señor, a ocupar la silla vacía, con el disfraz de pobre.
(Francisco Cerro Chaves: Cuéntame…para ser libre)
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