En medio de estas circunstancias que nos toca vivir, tan de viernes y sábado santos, en la celebración de la Vigilia Pascual ha estallado la Luz y la Vida: ¡Cristo ha resucitado! Por eso, “este es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Nuestra alegría y nuestro gozo porque las puertas de la muerte han sido destruidas y Dios tiene la última palabra.
En este tiempo que provoca tantas dudas e interrogantes, tantos miedos e incertidumbres, tantos dolores y ansiedades, Cristo crucificado y resucitado nos repite esas palabras del salmo 90: “contigo estaré en la tribulación, te defenderé, te glorificaré, te saciaré de largos días y te haré ver mi salvación”. Él es nuestra firme esperanza. Por eso, levántate, corre como Pedro y Juan, búscalo. Está vivo. Te espera. Eso sí, pídele la fe. Suplícasela desde lo hondo de tu corazón.
Les invito a dar gracias a Dios por los abundantes signos de amor que estamos recibiendo a través de tantos y tantos hermanos que en estos momentos en nuestra sociedad están aliviando, sanando, acompañando, sirviendo, animando.
Les ruego que abran las puertas de su casa y de su corazón a Cristo resucitado y escuchen en sus hogares y en su interior esas palabras tan entrañables y repetidas en este tiempo por el Señor: ¡no tengas miedo!
Les deseo una feliz Pascua. El Señor resucitado nos abre el camino y nos hace sus testigos. Seguimos muy unidos en la oración. Que la Madre de Jesús vuelva a nosotros esos sus ojos misericordiosos y que San José nos custodie. Un saludo cordial.
El párroco.
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