“En un barrio de Melburne visité a un anciano que, al parecer, estaba abandonado de todos. Apenas eché una ojeada a su habitación vi en qué condiciones tan deprimentes vivía. Quise hacer limpieza pero él me repetía: “ no, está bien así”. Había una preciosa lámpara totalmente cubierta por el polvo acumulado durante años. Le pregunté:
- ¿ Por qué no enciende la lámpara?
- ¿ Para qué voy a encenderla si nadie viene a visitarme? Yo no la necesito.
- ¿ Y usted la encendería si una hermana viniese a visitarle?
- Si, si oigo una voz humana la encenderé.
Al día siguiente me mandó decir:
- Diga a mi amiga que la luz que ella encendió en mi vida continúa encendida y radiante“. ——– (Madre Teresa de Calcuta)
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