Levantar las manos

Si es característico del cristiano el estar de pie para orar, también lo es acompañar dicha posición con el gesto de levantar las manos. Es la posición llamada del orante, que a menudo hallamos en pinturas de los primeros tiempos del cristianismo. Es la posición con la que se expresa, también en nuestros días, el presidente de una celebración litúrgica en el momento de la oración que hace en nombre de la asamblea reunida.
Levantar las manos hacia el cielo da impulso a nuestro cuerpo para sentirse elevado siguiendo la actitud que tal gesto propicia y con el que queremos expresar hacia donde dirigimos la oración y elevamos el alma. Es un gesto que hace que cuerpo y alma estén en sintonía en el momento de la oración, en el momento de expresar la confianza que, como criaturas, tenemos puesta en el Creador que ha hecho cielo y tierra.
Recordemos también, que levantar las manos es sinónimo de orar. San Pablo nos dice: “Deseo que los hombres oren en todo lugar, levantando las manos limpias de ira y altercados” (1Tm 2,8).
(Centro de Pastoral litúrgica)
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