
- Las manos hablan. Hay momentos en la Misa en los que el sacerdote extiende las manos y eleva a la vez los brazos. Levantar y extender las manos al rezar expresa los sentimientos del espíritu que busca y espera el auxilio de lo alto, de Dios. Pueden ser un grito de angustia y petición, una expresión de alabanza y gratitud y una intercesión por los demás.
A los Santos Padres les gustaba comparar esta actitud del orante con la de Cristo en la Cruz, donde intercede por toda la humanidad y consigue la Alianza nueva.










