Una linda planta, que se erguía airosa, levantaba orgullosamente al cielo su penacho de hojas tiernas, pero fastidiada por aquel palo seco, derecho y viejo que estaba a su lado.
– Palo- se impacientó la planta-, estás demasiado cerca. ¿ Podrías apartarte un poco?
El palo se hizo el sordo para no replicar.
La planta también habló con el seto de zarzas que la rodeaba.
– Seto, ¡ vete a otra parte! ¡ Me molestas!
El seto fingió no oír y, callado, siguió allí
Fue el lagarto que reptaba por allí, quien levantó su cabecita para gritar con sorna a la planta:
– Bella planta, ¿ no has comprendido que estás en deuda con el palo que te mantiene derecha? ¿ Y el seto? ¡ Todavía no te has dado cuenta de que te protege contra quien te quiera arrancar!
¡Malo si creemos que no debemos nada a nadie!
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