El santo Luis Guanella era un gigante de la caridad. Impulsado por una fe que mueve montañas y por el ideal que había en él desde pequeño, provocó una verdadera explosión de asombrosas iniciativas en favor de los marginados, de los pequeños, de los impedidos. Empezó de la nada y terminó con un conjunto de obras que se extienden desde la ciudad de Como al mundo entero. Con su lema “Pan y Paraíso” y con la certeza de que “Dios es Papá” (es decir: tierno, casi una madre) fue uno de los precursores de esa evangelización que es una verdadera promoción del hombre entero: del físico y del espíritu. Su secreto era fiarse totalmente de la Providencia. Su actividad era tal que un día, Pio X, que era muy amigo suyo, le preguntó cómo conseguía dormir tranquilamente como un bebé a pesar de la cantidad de asuntos que tenía en la cabeza y de todas sus deudas:
“Santidad”, le respondió, “hasta media noche pienso yo; pero después, dejo que piense Dios”.
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