Fue el Papa León XIII el que introdujo la advocación Reina del Rosario. En la devoción mariana, la oración popular por excelencia es el rosario. El rosario es una expresión de piedad que une dos elementos: la meditación y la recitación. Se recita meditando y se medita los misterios recitando. El magisterio pontificio, desde san Pio V, llamado primer Papa del rosario, hasta nuestros días ha impulsado el rezo del rosario. Juan XXIII, en su “Diario del alma” revela que el rezo del rosario era uno de los componentes esenciales de su espiritualidad. Pablo VI dice en la exhortación “Recurrens mensis october”( 1969): “ meditando los misterios del rosario aprendemos, siguiendo el ejemplo de María, a convertirnos en almas de paz, por mediación del contacto amoroso e incesante con Jesús y con los misterios de su vida redentora”. Juan Pablo II dijo: “el rosario es mi oración predilecta” ( 29 de octubre 1978). Es una oración sencilla: la puede recitar todo cristiano en cualquier sitio; es sencilla su composición de elementos; permite entrar en el misterio cristiano; enseña un itinerario hacia la sencillez. Es una oración contemplativa: invita a posar la mirada sobre lo esencial del cristianismo, los misterios de la vida de Jesús. Es oración catequética: guía al alma hacia la asimilación del anuncio de Jesús, de la misma manera e intensidad que lo hizo la Madre de Jesús. Es oración que respeta los ritmos de la vida: por una parte, es posible recitarla en muchos momentos del día, por otra, la repetición de Avemarías introduce en una alabanza continua y que se vive en una largo avemaría. Tiende a procurar una íntima unión con María para, desde ella, descubrir mejor el misterio de Dios, a través de Jesús.
Octubre: mes del Rosario
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