¡Qué feliz eres, chiquillo, tirado ahí en el polvo, jugando hora tras hora con ese palito! No puedo menos de reírme viéndote jugar y jugar toda la mañana con ese pedacito de palo. Yo sumo y sumo, hora tras hora también, preocupado, con mis cuentas. Y quizás tú, mirándome, piensas: “¡ Vaya un juego tonto! ¡ Qué ganas de perder la mañana!”.
¡Ay, chiquillo! ¡ Yo he olvidado ya el arte de distraerme con palitos y con tortas de barro! ¡ No quiero más que juguetes caros, reunir pedazos de oro y plata! Tú, con cualquier cosilla que te encuentras, juegas contento. Yo malgasto tiempo y fuerzas en cosas que nunca podré tener. Pretendo atravesar el mar de la ambición con mi frágil barquilla, ¡ y me olvidé de que yo también estoy jugando!
Debe estar conectado para enviar un comentario.