
Había una vez un hombre que vivía del contrabando. Todos los días cruzaba la frontera con su asno. La policía revisaba el asno, la paja y al hombre, de la cabeza a los pies, ¡pero nunca encontraba nada!
Después de tantos años de trabajo, el contrabandista se jubiló. El aduanero se lo encontró una tarde y le preguntó: “ Ahora me lo puedes revelar, ¿qué contrabandeabas?”.
El contrabandista respondió con una sola palabra: “¡Asnos!”
¡Una cosa es “ ver” y otra cosa es “mirar”!
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