
Dicen que el lobo, cuando ataca a una oveja, no se lanza sobre las patas para impedirle que huya, sino que agarra con sus potentes mandíbulas el cuello de la víctima, para que no pueda gritar pidiendo auxilio.
Muchas veces la táctica del demonio consiste en bloquear la garganta del hombre o mujer en dificultad, de modo que no pida ayuda a nadie. ¡Entonces está derrotado!
Debe estar conectado para enviar un comentario.