
En el Antiguo Testamento es un gesto de bendición o de transmisión de un poder.
Jesús empleó la imposición de manos como signo de misericordia, de perdón, de salvación; de dar vida y salud.
Los apóstoles emplearon este signo sobre todo para comunicar el don del Espíritu Santo.
La Iglesia usa este signo en la administración de los sacramentos.
En la Misa vemos la imposición de manos en el momento de la consagración. El sacerdote hace este signo pidiendo la venida del Espíritu sobre el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
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