
El sacerdote realiza la fracción del pan consagrado y una pequeña parte la echa en el cáliz donde está la Sangre de Cristo diciendo: “ el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna”. La unión de las especies, hasta ahora separadas, simboliza que ambas pertenecen a la única persona de Cristo glorioso, que está presente de forma total y viva.
Este gesto también nos recuerda que la Eucaristía es fuente de unión, de comunión.
Debe estar conectado para enviar un comentario.