Una vez un monje anciano le dijo a un mercader: “Como el pez muere en tierra firme, así morirás tú cuando te quedes atrapado en el mundo. ¡El pez tiene que volver al agua y tú tienes que volver al Espíritu!”.
El mercader se quedó estupefacto: ¿Estás diciendo que tengo que abandonar mis negocios y entrar en un monasterio?”.
El anciano monje respondió: “No, en absoluto. Te estoy diciendo ¡que permanezcas afianzado en tu trabajo y que entres en tu corazón!”.
La vida del ser humano no depende de lo que hace, ¡sino del corazón que tiene!
(Pino Pellegrino: La tienda del alma)
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