Sentados
Cuando nos sentamos, nuestro cuerpo no está sometido a particulares tensiones para sostenerse. Nuestro cuerpo, cuando estamos sentados, se halla más bien en una situación reposada, tranquila. Eso lo hace más receptivo, más dispuesto a afinar el oído, más pronto para escuchar. Es la postura habitual del discípulo ante el maestro. Por eso nos sentamos para escuchar las lecturas de la Sagrada Escritura, atentos a lo que Dios nos está diciendo.
En el Evangelio hallamos un ejemplo claro de la actitud que debe acompañar dicha posición: “María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” (Lc. 10,39). Tengámoslo presente y hagámoslo así.
(Centro de Pastoral litúrgica)
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