
Cien mil personas se reunieron en el gran estadio Coliseum de Los Ángeles en California.
De pronto el Padre James Keller (1.900-1.977), que hablaba a aquella inmensa asamblea, dice: “No tengáis miedo: ahora se apagarán las luces”.
Cayó la oscuridad sobre el estadio, pero por medio de los altavoces, la voz del Padre Keller continuó: “Yo encenderé una cerilla. Todos los que la vean brillar digan simplemente: ¡Si!”.
Apenas aquel puntito de fuego se encendió en la oscuridad, toda la multitud gritó.
El Padre Keller siguió explicando: “Eso es: cualquier acción buena puede brillar en un corazón de tinieblas. Por muy pequeña que sea, nunca queda escondida a los ojos de Dios. ¡Pero vosotros podéis hacer más! ¡Todos los que tengan una cerilla que la enciendan!”.
De pronto, ¡la oscuridad desapareció ante un inmenso destello de pequeños fuegos!
Si muchos hombres de los que cuentan poco, en mil lugares de poca importancia, hicieran cosas de escasa importancia, ¡la tierra podría empezar, finalmente, a girar en el sentido justo!
(Pino Pellegrino: La tienda del alma)
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