El amor reclama la unión.

La unión reclama la comunión fraterna.

¿Por qué tan frecuentemente se rompe esta comunión? Por la contaminación atmosférica…

         He tenido la posibilidad de visitar numerosas iglesias góticas en París, Reims, Chartres, Colonia.

         Por doquier me decían: “poco a poco la piedra se resquebraja y se necesita repararla, obturar sus fisuras, sustituirla”. La contaminación atmosférica ataca también la piedra. Del mismo modo puede destruir la comunión fraterna.

         Se da contaminación cuando, por egoísmo busco mi propio interés y no el de mis hermanos, ni el del Señor; cuando obligo a los demás a seguir mi voluntad y no la de Dios, cuando vuelvo a apropiarme de lo que con generosidad había ya ofrecido, cuando juzgo injustamente a mis hermanos, cuando les limito a sus carencias.

         Señor Jesús, estamos en comunión cuando Tú estás entre nosotros, porque inyectas tu vida en las nuestras. Pero cuando nos alejamos de Ti, también abandonamos a nuestros hermanos. Y es entonces cuando la comunión fraterna se disipa.

         Es verdad…aunque difícil de creer: incluso a la piedra le ataca su enfermedad; su agente es la contaminación atmosférica.

         Si sustituyo tu presencia, Señor, con el egoísmo, con prejuicios erróneos, con el amor propio, los celos…asesinaré al amor; la comunión se hará añicos. No existe comunión sino en Ti, Señor.

(Cardenal Van Thuan)