El cirio pascual

De todos los cirios, hay uno que tiene nombre. Es el cirio que encendemos al empezar la Vigilia pascual. Es un cirio singular por su ornamentación: nos recuerda la eternidad de Cristo, también su gloriosa Pasión y, al mismo tiempo, su presencia constante en nuestra historia, la que nosotros vivimos: lleva escrita, bien visible, la cifra del año de la Pascua en que el cirio se enciende.
Es el cirio que nos hace presente que “la luz de Cristo, que resucita glorioso, disipa las tinieblas del corazón y del espíritu”. La luz de este cirio- como la luz de Cristo- nos introduce, en la noche santa de Pascua, hacia el interior de la iglesia y nos lleva a escuchar abundantemente las Sagradas Escrituras y, sobre todo, a participar, iluminados por la fe, de los sacramentos por los que la iglesia maravillosamente renace y se alimenta.
Es el cirio que iluminará todas las acciones litúrgicas del tiempo de Pascua. Es el cirio que nos hará levantar los ojos hacia la luz de Cristo en todos los bautismos y en todas las exequias a lo largo del año. Es el cirio pascual.
(Centro de Pastoral litúrgica)
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