El incienso

El incienso es una resina, obtenida por incisión, del tronco de algunos árboles. Como lugar de origen, la Biblia menciona la región oriental de Sabá (cf.Is.60,6). Esta aromática resina, al ser quemada, produce una columna de humo y unas nubes de perfume muy agradable, que llena de buen olor la estancia donde se quema.
En el culto se usa, desde muy antiguo, con una doble finalidad. Por un lado: expresar la veneración que se quiere tributar a Dios. Recordemos, en este sentido, “el altar del incienso” o de los perfumes, destinado al sacrificio de alabanza matutino y vespertino en el antiguo Tabernáculo (cf. Ex.30,1-10). También los Magos, reconociendo la divinidad de Jesús, le ofrecieron incienso (cf. Mt.2,11).
Por otro lado, el incienso es expresión de la oración que desde el corazón y los labios de los fieles se eleva a Dios: “ Suba mi oración como incienso en tu presencia” (Sal.140,2). En este mismo sentido nos dice el Apocalipsis: “Tenían – los seres vivientes y los ancianos- cítaras y copas de oro llenas de perfume de incienso, que son las oraciones del pueblo santo” (Ap. 5,8; cf. 8,3-4).
(Centro de Pastoral litúrgica)
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