Orar de pie

La posición del cristiano, cuando ora, sobre todo comunitariamente pero también de modo personal, es la de permanecer de pie. Es así como ya oraba el antiguo pueblo de Israel. Cuando no encontramos ante alguien superior a nosotros, no se nos ocurre permanecer sentados, sino que nos ponemos de pie, nos mantenemos levantados para manifestar nuestra actitud de respeto. Así lo hacemos también cuando nos hallamos ante la presencia de Dios para dirigirle nuestra oración.
El hecho de estar de pie, por otro lado, con el cansancio que puede comportar, nos obliga a permanecer más atentos que si estuviésemos cómodamente sentados. Más aún, después de la victoria pascual de Cristo, estar de pie expresa la dignidad de los redimidos, de los hijos que, con respeto y confianza, oran al Padre.
Estar de pie ante Dios es signo, también, de los tiempos futuros: de quienes permanecen en pie ante el Hijo del hombre, porque, al ser justos, no tienen que temer su justicia ( cf. Ml 3,2). De pie están también los que forman parte de la multitud de los salvados y en el Reino eterno cantan las alabanzas al Cordero cf. Ap. 7,9).
(Centro de Pastoral litúrgica)
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