
Cuando Dios creó el mundo todo era perfecto, la esfera terrestre era lisa y todos vivían juntos pacíficamente. Pero un día el diablo, que era envidioso, arañó profundamente la tierra, haciendo aparecer barrancos y ríos. Y así la gente se encontró dividida.
Viendo que las personas se buscaban y lloraban, Dios les dio un puente seguro para que pudiesen reconstruir las relaciones interrumpidas: ¡les dio la palabra!
(Pino Pellegrino: “La tienda del alma”)
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